Asistir al Festival Internacional de Teatro Clásico de
Mérida es una de esas experiencias que todo amante de la literatura tendría que
incluir en su lista de “teatros imprescindibles que visitar antes de morir”.
Afortunadamente, años ha que visité la capital extremeña y disfruté como una
auténtica romana de la calidad y de la magia que desprende ese maravilloso
teatro, testigo mudo de comedias y de tragedias que actualmente siguen
interesando al público. Ahora parece que los astros se han alineado a nuestro
favor, pues recorre los escenarios españoles una de las comedias que más éxito
ha cosechado en la reciente 63 edición del citado festival. Se trata de La
comedia de las mentiras, de Pep Antón Gómez y Sergi Pompermayer quienes
inspirándose en las obras de Plauto nos presentan su particular homenaje al
gran comediógrafo latino. Éste cultivó fundamentalmente la fabula palliata,
piezas con acción, personajes y vestimenta griegos en las que hacía uso de la contaminatio,
esto es, la refundición de varias obras griegas dotándolas de su personal toque
romano. Del mismo modo, este nuevo espectáculo se sitúa en Atenas, si bien la
estética está inspirada en los años 60. Los dramaturgos presentan su peculiar contaminatio,
aunque más bien centrándose en la tipología de los personajes plautinos que en
argumentos concretos de sus comedias.
La acción gira en torno a los problemas de dos
jóvenes, Hipólita y Leónidas, que para lograr el éxito amoroso recurren a la
inestimable ayuda de su criado Calidoro. Éste pergeña mentiras que se van
enredando con más embustes, engaños y disparates hasta lograr los objetivos de
los hermanos. Es, en definitiva, una reivindicación de la mentira como
salvadora del orden social.
Como ya se ha señalado, los personajes intentan ser
fieles a los esquemas de Plauto, pero en ellos hay una vuelta de tuerca más que
los acerca al público actual.
Calidoro, el ingenioso esclavo interpretado por Pepón
Nieto, aparece caracterizado como un servicial mayordomo que, guiado por el
cariño que les tiene a sus jóvenes amos, accede a ayudarlos aunque ello suponga
el esfuerzo y el problema de hilar un embuste tras otro. Nieto hace gala de una
gran bis cómica y lleva el peso de la representación con una naturalidad digna
de elogio. Ahora bien, si los esclavos de Plauto suelen urdir sus planes con
antelación, Calidoro va improvisando a medida que la acción se va embrollando.
El principal personaje al que debe engañar es Cántara, la tía soltera de los
jóvenes a quien su padre –un avaro comerciante- ha dejado a cargo de sus hijos.
Presenta rasgos de las matronas romanas, pero predomina en ella la frustración
por haber sido abandonada por su amado hace cuarenta años. No obstante, acaba
cayendo en las garras del deseo y evoluciona radicalmente desde un recatamiento
absoluto hasta una exaltación del carpe diem. María Barranco da vida a
este personaje que intercala una reivindicación feminista en las antípodas de
Plauto.
Hipólita, personaje muy alejado del catálogo plautino,
es antipática, borde, dada al manejo del insulto, controladora y
caprichosa. Angy Fernández, con gran
gracejo, encarna a esta joven que impone su voluntad a su querido Tíndaro, fiel
enamorado de ella que se caracteriza por su platonismo, su facilidad para el
desmayo y una especie de atontamiento que encaja perfectamente en el registro
interpretativo del divertido Canco Rodríguez.
Leónidas, hermano de Hipólita, también lucha por su
amor hacia la meretriz Gimnasia, quien ha sido vendida a otro hombre. Cegado
por un ardoroso amor, la rapta y la esconde en su casa. La interpretación de
Raúl Jiménez queda eclipsada por la de Marta Guerreras, que presenta a una
prostituta que nos recuerda a las ninis que desfilan –tristemente- por la
televisión actual. Especialmente brillante es el monólogo en el que defiende la
dignidad del oficio más antiguo del mundo.
Por último, no podía faltar el personaje del miles
gloriosus. Pacp Tous interpreta a Degollus, militar que ha pagado por
Gimnasia. Se presenta en casa de Cántara
reclamando su compra, mas toda su cólera desaparece cuando descubre que
la solterona tía es su amor de antaño. A partir de ahí, se transforma en un
inmaduro que confiesa haber huido por miedo al compromiso.
Todo ello salpicado de juegos de palabras, picardías,
equívocos, chistes, hijos perdidos, canciones, piratas, poemas de Safo y
mentiras, muchas mentiras que encaminan la comedia hacia un desenlace feliz.
Recordemos que la principal finalidad de Plauto era
hacer reír al público con asuntos extraídos de la cotidianeidad, alejados de la
solemnidad de la tragedia. Pues he aquí una obra que cumple con ese primordial
objetivo plautino. La risa y la carcajada están aseguradas. ¡Les prometo que no
miento!
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