domingo, 18 de diciembre de 2016

345. 'Box8'



Hay libros que atesoran la virtud –y aquí la virtud es necesidad– de sacudirnos la muelle tibieza ante el mundo, de pellizcarnos la conciencia, de obligarnos a despertar de la anestesia voluntaria con que hemos sido inoculados, de despegarnos de un tirón  la tirita con que ocultamos torpemente la llaga que somos para dejarla así, en carne viva, palpitante en el escozor de su vergüenza. Box8: contra el silencio, obstinadamente (Fundamentos), de Marisol Sánchez Gómez, es uno de esos libros contra la alienación. El libro transita por los angostos ribazos de las escarpaduras periféricas, allí por donde la maquinaria del discurso oficial y oficioso es incapaz de hollar los caminos sin caer en el abismo. La autora da su voz, la voz de “una mujer blanca, occidental, feminista y con estudios universitarios […] que pertenece al teórico mundo de los privilegiados por raza, por cultura, y por haber nacido por pura casualidad y buena suerte, en el momento adecuado en el lugar adecuado”, a los que no la tienen, y esa voz que es grito, multiplica su eco hasta llegar a los lugares más inhóspitos de la Tierra, en los que no habríamos pensado ni una sola vez en nuestra vida, y penetra también en los intersticios más sutiles del individuo mismo, en sus contradicciones y aspiraciones frustradas.
Box8 es un libro de los márgenes. Todo en él está en la frontera de todo (magníficos los capítulos dedicados a las fronteras interiores y exteriores). Su apasionamiento no es panfletario; la defensa de los invisibles (mujeres, negros, pobres, homosexuales, presos y demás desahuciados por la sociedad patriarcal capitalista) no se realiza mediante la frase ingeniosa hecha para el eslogan o para el aplauso fácil. Bien al contrario, todo el argumentario de Marisol Sánchez se alimenta de diferentes disciplinas que convergen en su común misión, como la Sociología, la Psicología, la Antropología, la Política, la Economía, la Filosofía, la Ética o la Literatura, el cine y el arte en general. Hallamos entonces un corpus científico que legitima la necesaria radicalidad de su discurso, sin la habitual servidumbre de apelar sólo a la sensibilidad de los lectores. Porque Marisol Sánchez apela también a nuestra inteligencia y este posicionamiento ante el lector certifica una honestidad que pondera sin trucos nuestro compromiso ante las tesis defendidas. 
Particular presencia tiene el ideario feminista, catalizado en muchas ocasiones por las teorías de la pensadora y poeta Adrienne Rich (1929-2012), que se erige en la figura central del libro. Especialmente interesantes son la desmitificación del falso empoderamiento de la mujer y su necesidad de la otredad, como falacia para su afirmación vital, entre otros postulados.
Son también muy interesantes las reflexiones de la autora sobre el lenguaje. Éste aparece en el libro como una suerte de ontología, cuya naturaleza demiúrgica da cuerpo a los desheredados del mundo. Sólo existe lo que se puede nombrar y es precisamente el silencio que sobre ellos se cierne, el que perpetúa su desalojo y olvido.

El libro puede leerse también como una excelente antología miscelánea de textos científicos y literarios, labor esta, la de antóloga, que no nos sorprende si pensamos en la excelente vocación antologizadora que jalona la trayectoria editorial de la autora y cuyo último brillante exponente ha sido la publicación de 20 con 20 (Huerga y Fierro) donde se recogen las propuestas de veinte poetas españolas actuales sin sumisiones a los cánones establecidos por los gurús del cortijo literario. No podía ser de otro modo. Porque Marisol Sánchez también se mueve, como los desamparados de su libro, en los márgenes. Benditos, incómodos, disidentes márgenes.

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[Enlazo también la magnífica reseña que sobre este mismo libro ha escrito el poeta Ramón Bascuñana en su excelente blog El alma de la piel]

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